MIS MUERTOS AMARILLOS - Alejandra Decurguez
Dicen que los recuerdos antes de morir o apagarse en el olvido, van sufriendo cambios.
Son poblados lenta y gradualmente por fantasmas, que van apoderándose del relato, los colores cambian o se acentúan, al igual que los olores, que ya no se perciben, pero están ahí, presentes, vagan perdidos desde alguno de los círculos que forman el limbo de la memoria.
El tiempo es una ilusión dicen, las imágenes como si fuera un loop eterno se suceden, van acotándose, se fagocitan, dejando con el correr de las secuencias solo las mas representativas, como en un concurso; termina y vuelven a arrancar, y en cada comienzo se omite alguna, se cambian, se destruyen o agregan otras, se intensifican las sensaciones, y se aceleran, las imágenes toman velocidad a merced de la inercia, como flashes.
El deja vú es solo un disparador, es casi hipnótico, hasta quedar atrapado en esa vorágine al punto de fusionarse y mutar, convirtiéndose en otras historias, otros recuerdos, otras realidades y otros fantasmas.
Son poblados lenta y gradualmente por fantasmas, que van apoderándose del relato, los colores cambian o se acentúan, al igual que los olores, que ya no se perciben, pero están ahí, presentes, vagan perdidos desde alguno de los círculos que forman el limbo de la memoria.
El tiempo es una ilusión dicen, las imágenes como si fuera un loop eterno se suceden, van acotándose, se fagocitan, dejando con el correr de las secuencias solo las mas representativas, como en un concurso; termina y vuelven a arrancar, y en cada comienzo se omite alguna, se cambian, se destruyen o agregan otras, se intensifican las sensaciones, y se aceleran, las imágenes toman velocidad a merced de la inercia, como flashes.
El deja vú es solo un disparador, es casi hipnótico, hasta quedar atrapado en esa vorágine al punto de fusionarse y mutar, convirtiéndose en otras historias, otros recuerdos, otras realidades y otros fantasmas.
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